martes, 19 de septiembre de 2017

El amor a través de una ventana

Las lágrimas eran abundantes de lado y lado. Con la cantidad que caían en los miles de rostros se puede contemplar el dolor de la separación que hay en cada una de ellas.

No existía distinción. Todas expresaban la sensación agridulce de emigrar. Por un lado están las personas que se van del país y del otro los familiares y amigos que se quedan.

Venezuela de ser una nación que se nutría de sus inmigrantes, de cualquier país del mundo, se convirtió en una fuga masiva de venezolanos por el mundo a causa de una crisis económica y social que obliga a cualquier habitante de la patria que libertó Simón Bolívar a pensar y contemplar la posibilidad de hacer vida fuera de ésta tierra.



Tortolerito, una adolescente que en dos semanas cumplirá 13 años, se preguntó, entre incesantes lágrimas, "ay ¿por qué?"; buscando una razón para entender el motivo por el cual su mamá se tuvo que ir a Perú, mientras ella -junto a su hermana- se quedaban en Venezuela.

Mientras la abracé para mitigar el dolor de la separación de su madre, le respondí "todo obra para bien".

Fue duro contemplar como a dos hijas se les quebrara el corazón al separarse de su madre. Pero, al mismo tiempo, resultó conmovedor ver la fuerza y las sonrisas que le dio su mamá a ellas momentos antes de partir. Eso es El amor a través de una ventana.

Tortolero, la hermana mayor, tres horas antes de la hora pautada para arribar al bus, se sentó en la acera de la puerta del terminal, en silencio, como si entablara una conversación personal con Dios. Su hermanita, un caudal de energía luminosa y de ocurrencias geniales, regalaba sus mejores sonrisas a su madre. Contaba cualquier cantidad de anécdotas, como lo temprano que tuvo que pararse  todos los días de la semana previo al viaje de su mamá.

También me contó que no sabía cómo se había hecho el rasguño que se posaba sobre su ceja izquierda.  Creyó que fue en Valencia y cuando le comenté que ella una vez, cuando tenía 10 años, dijo que al uno golpearse sin saber cómo significa "buena suerte", se rió, con su enorme simpatía, sorprendida porque no recordaba que una vez lo haya dicho.

Tortolerito es como el sol, brillante; irradia su luz y tiene frases geniales como "Por eso es que raspan lógica", para hacer referencia cuando las personas no usan su inteligencia. Por su parte, Tortolero es la luna. Es el "remanso de paz" como lo dijo su mamá. Ella es todo lo opuesto a su hermana y -por esos hermosos misterios de Dios- ambas son la sinergia perfecta.

El amor a través de una ventana. Está imagen es cotidiana en la #VenezuelaActual, familias que afrontan el dolor de la separación por ir en búsqueda de un futuro que actualmente el país no les brinda. A todos nos ha tocado, bien sean familiares, amigos o conocidos y en muchos casos nosotros mismos, vivir o ser testigos del amor a través de una ventana. "¿Por qué?", me preguntó hoy mi jefa #Tortolerito. Le respondí que #TodoObraParaBien. No sé la razón por la cual estamos atravesando ésta crisis, pero lo que sí sé es que de las dificultades se crean las mejores oportunidades. Yo elevo mi voz para decir que sé que #Venezuela se transformará para bien y aportaré al cambio a través de #LaEducaciónEsElCamino. Es mi manera de luchar por el país, porque #Venezuela se merece, por las lágrimas derramadas de todas las familias que emigran, ser reconstruida. #YoSoyEjemplo ¿y tú? #VamosQueVamos #VenezuelaTeAmo #ValeLaAlegría #EducadorEnPotencia #Ucsarista #Ventana #Window #Inspirador #Luchador #Lágrimas #LikeForLike #Like4Like #September15th #15sep #JuanSa11 PD: Escrito dedicado a #PETS, #ASTS y #MLSF.
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¡Llegó el momento! 2:00 pm. Es la hora indicada para que los pasajeros aborden el autobús. Las lágrimas comenzaron a brotar.

Un portón gris, que detrás de él estaba el autobús, era la tijera que cortaba los corazones de la familia por la separación física. Su mamá se despidió de sus hijas. Cada una recibió un poderoso abrazo, lleno de fortaleza. Era inevitable (y una realidad) vivir ese momento de crudo dolor.

El autobús comenzó el abordaje y esperó su hora salida. Mientras tanto, las hermanas Tortolero compartían con su tía Salazar, la hermana mayor de su madre, en la isla que da a la salida de la autopista.

Cuando se abrió el enorme portón gris, las lágrimas volvieron a brotar con la fuerza impetuosa de una cascada. Ya la mamá de las Tortolero había llamado por teléfono anunciando que estaría del lado izquierdo de la ventana, en la parte de abajo del autobús de dos pisos, para despedir a sus hijas.

El autobús comenzó a ponerse en marcha. Eran las tres de la tarde. Tanto para Tortolero como para Tortolerito era imposible no llorar. Su mamá se estaba yendo de Venezuela. Su mamá iba a casa, Perú, donde nació.

Ademanes, lágrimas y sonrisas iban y venían. Figuras con los dedos en forma de corazón, pulgares arriba en señal de fuerza y saludo militar para dar firmeza se intercambiaban sin cesar. Ahí se contempló El amor a través de una ventana: la madre bendiciendo a sus hijas y alentándolas a ser fuerte; ellas atesorando la imagen de su mamá antes de partir.

La madre de las Tortolero era una de los 34 pasajeros del autobús, una de las miles de historias que a diario se vive en Venezuela.

3:03 pm, la hora de Cristo. Es el momento de la partida y el inmenso artefacto automovilístico emprende el camino para el viaje que durará cinco días por carretera y pasará por Colombia, Ecuador y Perú.

Una parte de las hermanas Tortolero viaja con su madre: 02 (fecha del cumpleaños de la adolescente) es parte de la placa del autobús, el cual está identificado con el 95, año de nacimiento de su hija mayor. La luz de los corazones de éstas dos mujeres hermosas abraza a su madre. También Tortolerito le regaló una vela a su progenitora para el camino.

Ella, la señora Martha, es un ejemplo decidido de que los sueños se hacen realidad. Ella regresa a su casa, Perú, para ofrecerle un futuro mejor a su familia.

En lo que a mí respecta, qué privilegio ser testigo en primera fila de esta historia. Sé que ahora los café que nos tomaremos la señora Martha y yo serán en Perú, en su hogar. Su acto heroico me impulsa a seguir adelante por mi sueño de ser educador y transformar a Venezuela desde las aulas de clase, porque la educación es el camino y porque Venezuela se merece, por las lágrimas derramadas de todas las familias que emigran, ser reconstruida.

Todos formamos parte de una gran rompecabezas y éste se armó cuando la señora Martha me dijo: "Dios te bendiga mi hijo".

2 comentarios:

  1. Solo queda decir GRACIAS JUAN y que Dios siga bendiciéndote. Te quiero como a mi hijo

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  2. =) AMÉN... Gracias a usted por ser parte de este hermoso rompecabezas... Disfruté armarlo. Yo la quiero como a una madre. Ganarme el cariño y el amor de usted y su familia es una bendición indescriptible. <3 <3 =)

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